Mucha gente no entiende el reto que representa el Área de Libre Comercio (ALCA) para Colombia. A esa conclusión llega uno cuando oye argumentar que hay que elevar los aranceles para las importaciones agrícolas.
Y es que incrementar la protección al sector agrícola sería la mejor manera de garantizar el naufragio de la economía colombiana en la marea del libre comercio hemisférico que se nos viene encima.
Seamos claros: la inminencia del ALCA significa que a la vuelta de unos años se habrán eliminado las barreras comerciales en el continente. Eso quiere decir, que más de dos terceras partes de nuestras exportaciones e importaciones quedarán libres de aranceles, y que habrá 33 economías compitiendo ferozmente con la nuestra por la conquista del mercado regional.
Ante este panorama, Colombia tiene dos opciones: exportar o morir. Está bien, existe una tercera opción: sustraernos al proceso del ALCA, cerrar la economía y esperar sentados a que la precaria demanda doméstica jalone el crecimiento.
¿Alguien se anima a defender esta alternativa?
Exportar o morir, ese es el dilema. Lo grave del asunto es que una protección generalizada para el sector agrícola no permitiría exportar. La razón es simple: la protección del agro significa un aumento de los costos de la industria que utiliza insumos agrícolas.
Y no estamos hablando de tonterías: la industria de alimentos genera casi la tercera parte de la producción manufacturera colombiana y cerca de la quinta parte de las exportaciones industriales del país.
Pero los efectos negativos de la protección agrícola sobre las exportaciones no sólo se manifiestan en la agroindustria. Una protección excesiva para el agro equivale a matar de raíz la posibilidad de diversificar y aumentar las exportaciones agrícolas nacionales.
Para nadie es un secreto que la protección a un sector eleva artificialmente su rentabilidad, lo cual atrae hacia él recursos productivos que dejan de usarse en otras actividades alternativas.
Por eso, pocos se animan a invertir en actividades agrícolas para la exportación, cuando existe la opción de producir para un mercado doméstico protegido.
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